lunes, 23 de agosto de 2010

Merci.


Quizá solo fue el vacío...
Talvés la ansiedad de probar aquel dulzor nuevamente...
¿Quién sabe que me ocurrió?
Pues talvés ni mi propio yo sabe lo que realmente paso.

Un día te vi por ahí,
te vi entre la gente común,
te identifique entre el mar de pensamientos absurdos...
ahí te encontré...
Estabas forzando la mirada hacía la nada,
estabas con la mente en blanco,
tratando de que aquel momento rápido ocurriera,
pero aun así, estabas exquisito...

Aquel día el sol no se atrevió a mostrar su poca luz ante tu presencia,
solo las nubes resignadas aparecieron,
resaltando la blancura de tu piel de azúcar.
¿Porqué tan serio? me pregunté,
y ahí fue cuando aquel viento se convirtió en mi complice,
sin querer aquellas palabras danzaron en tus oídos y volteaste a sonreir...

Tú sonrisa que ante la vejez es la juventud,
esa sonrisa fresca,
que cada día es mi único aliento,
esa sonrisa que conjugada con tu mirada,
es el suspiro eterno.

Si es verdad, aún no conoces esté pensamiento absurdo,
pero antes que este se vaya de mi,
deseo redactarlo...
recordarte no efimeramente,
si no como el único dulzor en miles de horas...
Te doy las gracias sin conocerte y a la vez sin sentir nada por ti,
fuiste aquella ventana en la obscuridad...
serás mi lucha,
y mis ganas de seguir,
por hoy solo un trozo de carne gustoso,
Gracias.


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