Aquel ser,
que sin avisar
después de largas tardes de llanto ajeno,
hoy marca presencia.
Aquella presencia
que hoy aprieta
como un puñal lleno de veneno
el cual, siento como aquel
recorre mi cuerpo
y lo hace reaccionar.
Presencia que me daña
y tras miles de preguntas retóricas,
la conclusión más obvio y menos agraceada,
se tumba frente a mis ojos.
¿Cómo dañar a un corazón puro,
el cual por su mala fortuna,
se topo con mis garras?
¿Cómo culparlo a él y no a mi,
de aquel remordimiento que me invade,
si influenciado por el hechizo del amor,
en mis manos dejó su corazón?
Corazón que por mí... daría la vida...
Y... ¿Cómo incluirlo en mi dolor, si la manta culpable lleva mi nombre?
¿Cómo arrastrarlo a mi tumba, si esta la cabo día a día sin moral?
¿Cómo obligarle a dejar de amarme?
si nadie manda al corazón...
Desquité contigo,
mi desdén al amor,
pensando en no amar a uno si no a dos
y así dejar el sentimiento atrás,
y de mi carne solo dar sonrisas y placer
a quien mi corazón no corresponde...
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