Si es cierto, que en cuestiones de amor, el corazón es el que menos aprende...
y es extraño, que a pesar de tantas experiencias, caídas y golpes, lo único que queda al final del día , son los verdaderos sentimientos...
Sentimientos que muchas veces no cambian con el tiempo, y que poco a poco según sea su uso, lo volvemos a tomar en cuenta.
Es extraño y hermoso, ver como es de bobo y austero el corazón...
Ver como este puede retratar las historias más bellas, y darle esperanza y certeza a ese amor tan escrito por tantos poetas... Ese amor eterno, que ni con fuego desaparece... ese amor el cual nos vuelve aquel niño vulnerable que sin preámbulos siente consquilleos y nerviosismo al estar al lado de un ente que sin ser igual sienten lo mismo... Comparten miradas y suspiros... Seres tan distintos pero necesarios... Donde el dolor que uno de ellos sienta, incondicionalmente, debe ser causado por el otro... y aquella felicidad que sientan debe ser proporcionada por ellos mismos...
Inconsecuente e ilógico, que en un momento el ser del cual depende la felicidad propia, sea capaz de proporcionar al corazón el destierro a la muerte y soledad del corazón mismo... Extraño y hermoso, como el ser masoquista invita a seres como estos a visitar la puerta del corazón, donde él busca consuelo y compañia simplemente para sentirse completo.
Patético y ridículo, como por un beso, dejamos todo atrás y por un segundo creemos tener lo que vemos... ´Patético y ridículo, como nuestros ojos adquieren ese brillo singular que indica amor, amor, amor, si amor... Ese amor que nos llena y enloquece, que nos sube y nos baja de pronto, que nos descoloca y por segundos nos eleva al nirvana...
Y aún así, extraño y hermoso, patético y ridículo... lo extraño...
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